jueves, 10 de enero de 2013

La magia de los colores



Imagen vía Kremer-Pigmentes

Amarillo de Nápoles, azul de Prusia, carmín de Garanza, índigo, azurita, oropimente, alizarina, siena tostada, etc., ...son sonoros, exóticos y evocadores nombres de colores y pigmentos que nos hacen viajar en el tiempo y soñar con lejanos destinos de ultramar, nombres que tal vez se pierdan en la noche de los actuales tiempos digitales bajo el imperio de los píxeles, de los tonos PANTONE, el CMYK o el RGB de los monitores electrónicos . Ahí están, olvidados en frascos en los anaqueles de vetustas droguerías o estampados en algunos de esos mugrientos tubos de pintura al óleo en los estudios de los artistas de la vieja escuela pictórica.

Sin embargo, hubo un tiempo en que los colores eran las más codiciadas y secretas de las especias que surgían de las profundidades de la tierra o de los exclusivos talleres de los alquimistas. Porque hubo un tiempo en que la alquimia no tenía las connotaciones brujeriles y cinematográficas que hoy tiene.
Hasta el siglo XVIII era perfectamente normal que la gente ilustrada tuviera algunos conocimientos de alquimia.
- Paracelso, influyente médico suizo y precursor -dicen- de la quimioterapia, fue uno de los alquimistas mas conocidos del siglo XVI.
-Incluso científicos de la categoría de Newton tal vez dedicaran más tiempo a sus experimentos alquímicos que a las teorías científicas que transformaron la ciencia del siglo XVIII. Y si tan ilustre científico lo ocultó fue por la mala fama y los riesgos que el conocimiento de esos “saberes” tenían en su época. De hecho, la literatura alquímica está plagada de referencias al lenguaje de los colores y los tintoreros: se hablaba de “teñir” las piedras y los metales, incluso la misma y famosa piedra filosofal se la llamaba en el argot alquímico la “tintura”. La propia palabra "alquimia" parece se que procede del árabe "al-kimiya", que viene a significar tierra negra", aunque hay otras interpretaciones.
Imagen vía Tarolia

Quimeras aparte, lo cierto de todo esto es que aquellos artistas medievales compraban sus productos y pigmentos a boticarios y farmacéuticos, gente quizá más próxima a la tierra y el pueblo que los alquimistas, pero no debemos olvidar que en aquellos tiempos la magia era tan real para la gente ordinaria como para los adeptos a la alquimia. La creación y posterior comercio y monopolio de muchos de aquellos nuevos y fascinantes colores (y hablaremos del púrpura, por ejemplo) desencadenaron guerras y revoluciones ... modestos fabricantes de colores de los que surgieron grandes empresas químicas que aún hoy están en lo más alto como la todopoderosa Bayer (sí, la de las populares aspirinas o el redoxon), BASF (¿quien de los tiempos del cassette no ha tenido una cinta grabada de esta marca?) o Hoechst, todas ellas inicialmente, pequeñas empresas fabricantes de anilinas y tintes sintéticos para la industria.

Hagamos un viaje...crucemos el arco iris. Experimentemos con la mágia de los colores.
 
Artículo extraido de Insula Dulcamara